Bienvenidos, de nuevo, a esta newsletter en la que seguiré publicando cuestiones de actualidad, a veces con contenido jurídico y a veces con contenido distinto. La entrada de hoy es, podríamos llamarla, costumbrista. Me voy a limitar, por tanto, a contar lo acaecido y de lo que he sido protagonista esta mañana. Recibo una llamada de teléfono de alguien que tengo identificado, una trabajadora de una inmobiliaria. Se trata de una mujer y, por la voz, debe ser joven (aunque la foto de guasap indica que no tanto). Me pregunta por un determinado asunto por el que ya habíamos hablado con anterioridad y que hacía tiempo que no se modificaba.
Un besito...
Un besito...
Un besito...
Bienvenidos, de nuevo, a esta newsletter en la que seguiré publicando cuestiones de actualidad, a veces con contenido jurídico y a veces con contenido distinto. La entrada de hoy es, podríamos llamarla, costumbrista. Me voy a limitar, por tanto, a contar lo acaecido y de lo que he sido protagonista esta mañana. Recibo una llamada de teléfono de alguien que tengo identificado, una trabajadora de una inmobiliaria. Se trata de una mujer y, por la voz, debe ser joven (aunque la foto de guasap indica que no tanto). Me pregunta por un determinado asunto por el que ya habíamos hablado con anterioridad y que hacía tiempo que no se modificaba.